13 ene 2013

La Sopa Boba, placeres de la sierra madrileña


Queriendo sorprender a mi chica un sábado por la mañana, recordé haber visto en la tele un reportaje sobre un curioso restaurante en la sierra; con ayuda como siempre de Google lo encontré "La Sopa Boba", ya solo el nombre prometía.

Reservé y a las 14:30 en punto allí estábamos dispuestos a dejarnos sorprender. El restaurante se ha ubicado en un antiguo chalet de la sierra, típica arquitectura de casa de vacaciones de los 60’s con mucha piedra. Restaurado con gusto, luminosidad y sin lujos, sencillez y pequeños detalles curiosos (no dejes de mirar al suelo cuando entres).




Nos sentamos en nuestra mesa todo bien; para comenzar pedimos cerveza. Ya nos sorprendió que la cerveza fuera japonesa, y además acompañada de un delicioso aperitivo. Bombones de aceite de oliva y anchoa, y vainas de soja. 



















La carta  es divertida cayendo a veces en alguna de las complejidades de la cocina moderna con nombres tan "originales", que realmente no sabes qué estás pidiendo; pero contra eso, lo mejor, preguntar.



Pedimos para compartir unas sardinas ahumadas con guacamole, espectacular la mezcla. Adoptamos el plato para incluirlo en nuestro menú hogareño particular. Como platos principales, unas tartaletas de buey de mar y cerazas Lyo, exquisito y ligero (para ella). 



"Tournedó de bisonte" (para él), tuvimos una conversación con el chef sobre el porqué de las carnes exóticas y por lo visto tienen mucho éxito, la gente siente curiosidad sobre qué sabores pueden ofrecer.

El mismo chef (Fernando Limón) es quien toma nota de la comanda, y te recomienda si preguntas. Nosotros queríamos consejo sobre el vino, y nos sugirió el que más llamó nuestra atención, seguramente por el nombre “La Zorra” (uva Rufete), de la región de la Peña de Francia (Salamanca) fue todo un éxito. Nos gustó tanto que al final compramos una caja en el mismo restaurante, aunque no entendemos mucho de vino estaba riquísimo y era mono parietal, tipo del que somos seguidores fieles.




El postre también triunfada total, al principio nos dejamos llevar por la presentación: era un tarrito de crema de cacao, dentro había una deliciosa crema de chocolate con nueces de macadamia, virutas de Oreo, y un montón de calorías. DELICIOSO. Finalmente no invitaron a unos chupitos de licor casero de regaliz negro, brutal (nos llevamos una botella, junto a la caja de vino).


















El precio sin la caja de vino fueron 70€.
Volveremos y recomendaremos, hasta ahora quienes lo han probado no dudan que repetirán.